¡Ánimo
papás!
¡Vale la pena intentarlo!
¡Vale la pena intentarlo!
Somos de las
primeras generaciones de padres decididos a no repetir con los hijos
los mismos errores que pudieron haber cometido nuestros progenitores,
y en el esfuerzo de abolir los abusos del pasado, ahora somos los más
dedicados y comprensivos, pero a la vez los más débiles e inseguros
que ha dado la historia.
Estamos lidiando
con los niños y adolescentes más “igualados”, beligerantes y
poderosos que jamás han existido.
Parece que en
nuestro intento por ser los padres que quisimos tener, pasamos de un
extremo al otro.
Así que, somos
los últimos hijos regañados por sus padres y los primeros padres
regañados por sus hijos.
Los últimos que
le tuvimos miedo a nuestros padres y los primeros que tememos a
nuestros hijos. Los últimos que crecimos bajo el mando de los padres
y los primeros que vivimos bajo el yugo de los hijos.
Lo que es peor,
los últimos que respetamos a nuestros padres y los primeros que
aceptamos que nuestros hijos no nos respeten.
En la medida que
el permisivismo reemplazó al autoritarismo, los términos de las
relaciones familiares han cambiado en forma radical, para bien y para
mal.
Hoy los buenos
padres son aquellos que logran que sus hijos los amen, aunque poco
los respeten.
Y ahora los
hijos entienden por respeto el que los padres los dejen hacer
lo que quieran, sin cuestionarlos, confrontarlos ni, mucho menos,
reprenderlos.
Ahora son los
papás quienes tienen que complacer a sus hijos y obedecerlos para
ganárselos.
Hoy un número
mayúsculo de papás y mamás que se desviven por ser los
mejores “amigos” de sus hijos.
Se ha dicho que
los extremos se tocan, y si el autoritarismo del pasado llenó a los
hijos de temor hacia sus padres, la debilidad del presente los llena
de miedo y menosprecio al verlos tan débiles y perdidos como ellos.
Los hijos
necesitan percibir que durante la niñez estamos a la cabeza de sus
vidas como líderes capaces de sujetarlos cuando no se pueden
contener y de guiarlos mientras no saben hacia dónde ir.
Si bien el
autoritarismo aplasta, el permisivismo ahoga.
Sólo una
actitud firme y respetuosa les permitirá confiar en nuestra
idoneidad para gobernar sus vidas mientras sean menores, porque vamos
adelante lidereándolos y no atrás cargándolos y rindiéndonos
a su voluntad.
Es así como
evitaremos que las nuevas generaciones se ahoguen en el descontrol y
hastío en el que se está hundiendo la sociedad que parece ir a la
deriva, sin parámetros, ni destino.
http://www.peques.com.mx/la_nueva_generacion_de_padres_de_familia.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario